jueves, 15 de mayo de 2014

Ida a Playa Grande - Maldonado, Uruguay

Son las 4 de la tarde y estoy en la Terminal de Tres Cruces: en una hora sale mi ómnibus para Playa Grande.
Originalmente quería tomarme el bus de las 4 y media pero está lleno, así que tengo que esperar un poquito más.

Para matar el tiempo aprovecho a merendar.

En mi poder tengo unos barquillos de chocolate rellenos de dulce de leche y un jugo multifrutal. 

Realmente no es de las mejores combinaciones que conozco pero no importa, necesito consumir algo dulce.
¡A por ellos!
Éxito asegurado
Los minutos pasan y cuando quiero acordar ya estoy sentada en el COT que me trasladará hacia el este, leyendo "Inferno" de Dan Brown.

La idea es leer algo liviano que me entretenga, y supongo que esta novela debe tener todos los ingredientes de un Best-Seller para cumplir con el objetivo.

Así que acompañada de Robert Langdon voy dejando a Montevideo detrás.

No soy muy buena leyendo en vehículos en movimiento por lo tanto un rato después (antes de empezar a marearme) abandono las letras y me pongo a escuchar música.

Cierro los ojos y dejo que Katy Perry me cuente historias... "Hot N Cold", "The one that got away", "Self Inflicted" y tantas otras.

Ya es de noche y no logro ver nada hacia afuera: las ventanas están todas empañadas. No quiero pasarme así que ni bien reconozco algo me acerco a los primeros asientos y le aviso al guarda que bajo en "los macaquitos".

Desciendo con otras dos personas que rápidamente desaparecen en dirección opuesta a la mía.

Hace frío, llovizna finito, está oscuro y no hay un alma: realmente me hubiera gustado arribar de día. Recorro un par de cuadras desiertas hasta que llego.

Dejo el bolso en el piso y me encomiendo a cualquier santo que me haga abrir todos los postigos y puertas sin que nada se tranque. Parece una operación sencilla pero tengo miedo de no poder abrir la casa.

El manojo de llaves no ayuda demasiado y fallo consecutivamente durante unos minutos. Pasa un hombre por la calle y trato de aparentar que está todo bajo control... aunque no hay que ser muy inteligente para ver que no es así.

Cuando estoy por llamar a Papi para que me guíe, las cerraduras empiezan a cooperar. ¡Estoy adentro!

Levanto la general, abro el pase del agua y me encierro. Es muy raro estar aquí sola, así que prendo todas las luces para no tener miedo y de a poco me voy acomodando.

Pero así como llego tengo que salir a procurar alimento. Me abrigo y voy hasta el almacén. Compro lo mínimo indispensable para sobrevivir... yoghurt, cereales, agua, unas galletitas Toddy (esto claramente es un gusto) y una porción de mozzarella con aceitunas para la cena.

Con la panza llena me meto en la cama y me pongo a mirar tele. Voy mechando a Defensor con Discovery.

Me alegro con la victoria en el Centenario y también con el hecho de que dos personajes hayan sobrevivido 21 días en el Amazonas desnudos y con un machete.

No estoy en condiciones de juzgar a nadie, por eso pienso que estas personas deben tener una razón válida para ir voluntariamente, como Dios los trajo al mundo, a ser masacrados por mosquitos.

¡Siempre hay alguien más rayado que uno!
Veo un par de capítulos de "The Big Bang Theory" y apago todo. Trato de poner la mente en blanco (aunque mis pensamientos conspiran contra ello), cierro los ojos y dejo que el cansancio acumulado haga su trabajo.

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